El sistema de salud alemán atraviesa una fase crítica: los costes aumentan más rápido que los ingresos y las aseguradoras públicas prevén un déficit de miles de millones de euros en los próximos años.
Ante esta situación, la ministra de Sanidad Nina Warken ha presentado las líneas generales de una reforma que pretende estabilizar las finanzas sin recortar de forma masiva las prestaciones.
El plan combina medidas inmediatas de ahorro con cambios estructurales. A corto plazo, el gobierno quiere limitar ciertos gastos, imponer objetivos de eficiencia y evitar que los asegurados tengan que asumir fuertes subidas en las cuotas adicionales.
A largo plazo, la estrategia pasa por reducir el número de visitas médicas innecesarias, reforzar la atención primaria y modernizar la organización del sistema sanitario.
Profunda transformación
La reforma también contempla una profunda transformación hospitalaria, con una mayor concentración de servicios y una financiación más transparente.
Además, se prevén ajustes en el mercado farmacéutico para contener los precios y fomentar el uso de medicamentos genéricos.
Aunque las medidas podrían aliviar la presión financiera, su éxito dependerá de la cooperación entre gobiernos regionales, aseguradoras y profesionales sanitarios.
La reforma promete cambios significativos, pero su implementación será un desafío político y organizativo de gran envergadura.
