
Las regiones alemanas han acordado poner en marcha un plan experimental de 6 semanas, permitiendo un regreso parcial de los aficionados a los estadios de fútbol. Como mucho, un 20% de los asientos podrán ser ocupados desde este viernes en el arranque de la nueva temporada de la Bundesliga (Bayern-Schalke, 20.30h), hasta finales de octubre, en que la situación será de nuevo estudiada y revisada.
Esta decisión implica varias obligaciones: ningún espectador será admitido en los estadios si la incidencia local del número de infecciones por el nuevo coronavirus en siete días supera los 35 sobre 100.000 habitantes. Los espectadores, suficientemente espaciados en las gradas, deberán respetar las distancias en los estadios y sus entradas serán nominativas. Los aficionados de los clubes visitantes no serán admitidos.
En la práctica, esto significa por ejemplo que el Borussia Dortmund podrá recibir a unos 16.200 espectadores en el Signal Iduna Park, de un total de 81.365. Pero bien es sabido, que los clubes alemanes se beneficiaban antes de la pandemia de la mayor afluencia de aficionados en Europa, unos 44.000 de media por partido, según la liga alemana, y sacaban buenos ingresos de ello.
El pasado fin de semana, la primera ronda de la Copa de Alemania (DFB Pokal) sirvió de test para algunos clubes: 10.000 espectadores pudieron asistir en vivo en Dresde a la victoria de su equipo contra el Hamburgo (4-1) o 5.000 en Magdeburgo contra el Darmstadt (2-3).
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