Los dos últimos torneos empañan la etapa de Joachim Löw como seleccionador nacional. Su salida se ha estropeado por la creencia de que Alemania haría una buena Eurocopa 2020 sólo porque Löw se lo merecía.
Quería siete partidos más, y luego quizás incluso salir con un segundo título importante. Siete fueron, en total, en los torneos de Rusia y ahora en la Eurocopa 2020, uno de ellos convincente, el 4:2 contra Portugal hace unos días en Múnich. Es una cifra escasa.
Es de suponer que un cambio más temprano en el puesto de seleccionador nacional habría sido mejor. Pero prevaleció la creencia de que, de alguna manera, todavía se podía hacer. Para el propio entrenador, para la Federación Alemana de Fútbol, para Oliver Bierhoff.
Y no se trataba sólo de la cuestión de si Löw seguía siendo la mejor solución en términos deportivos. También se trataba de poder, de razones, de política. Se trataba de temas que Löw hubiera preferido ignorar.
¿Hubiera sido más sensata la salida anticipada de Löw?
Joachim Löw siempre quiso ser el entrenador de fútbol que ve a un equipo cada pocas semanas y lo prepara para un gran torneo en poco menos de dos semanas.
Eso fue así durante mucho tiempo. En sus cinco primeros torneos, Alemania con Löw llegó al menos a las semifinales en cada ocasión, y en 2014 ganó el Mundial. Más no es posible.
Eso es todo lo que se necesita, como muestra una mirada hacia atrás. Joachim Löw llevó al equipo a las semifinales en la Eurocopa de 2016, pero después las cosas fueron cuesta abajo. El declive fue paulatino.
Los mejores resultados ya no cuentan
A Löw se le permitió hacer, aunque no hizo mucho más que enviar a los mejores jugadores a un retiro temporal y traerlos de vuelta demasiado tarde.
Hay razones en contra de una línea de tres hombres en la defensa, y hay razones a favor. Pero ponerlos juntos sólo cuando el tiempo se agota y sólo entonces darse cuenta de que Joshua Kimmich puede ayudar más al equipo en la banda derecha es un fracaso.
Lo que se podría haber preparado mucho mejor se tejió con una aguja caliente. En los tiempos de Herzogenaurach, se creó la impresión de que un equipo podía triunfar sólo con un buen ambiente. Además, se tejió la leyenda de que un equipo se desgarrará por un entrenador cuya salida ya estaba decidida.
Hubo periodos en algunos partidos que alimentaron esa creencia, como ocurriera en el partido contra Portugal. Pero era una ilusión. Löw estuvo muy lejos de conseguir otro título en cualquier momento.
Löw no tenía un plan B
Le faltaron medios, le faltaron ideas durante los partidos, le faltó convicción. Al final, sólo quedaba la esperanza de que saliera bien, porque Löw se lo habría merecido después de 15 años. Ahora existe la certeza de que es bueno que todo haya acabado.
0 comments on “Bien, que haya terminado”